10 mar 2012

VERGÜENZA, por Francisco Pereña


El psicoanálisis es un arte de la despedida

"El psicoanálisis no es una cura por adhesión, sino un arte de la despedida", ha dicho Francisco Pereña, un psicoanalista que resiste al poder, "para pensar", y que en su ensayo "Fragmentos de la vergüenza" narra su propio adiós al "doctrinarismo institucional".

"La vida empieza después de las murallas", escribió Kafka en su relato la Torre de Babel, una aseveración que este autor recupera para recordar que "la clínica psicoanalítica también".

Su libro, el quinto que publica Ed.Síntesis desde "La pulsión y la culpa" (2001), concluye con un homenaje a las Elegías de Rilke y unas palabras de Paul Celan: "Llama a la puerta de tu soledad y pregunta por el dueño: si la puerta se abre no habrás hablado en vano a los hombres".

Pereña llama "ignorante arrogante" al psicoanalista que se asegura en una institución y se confunde con ella "convertido él mismo en institución". Y propone una clínica de 'la memoria' y 'la compasión' que resista al poder y a la identidad.

Defiende la distancia emocional de la despedida y la separación que permiten seguir avanzando -lo que fortalece cada recorrido subjetivo-, y deja atrás a quienes se entregan, sin posible tibieza, a una "decisión de fe" doctrinal.

En su libro, achaca al mismo Freud el que se consagrara esta tendencia a la adhesión, después de haber creado el famoso "comité secreto" ante la 'deserción' de Jung y otras 'deslealtades' que no logró impedir.

Pereña piensa que la clínica del psicoanálisis perdura, lo que es un hecho, para atender al sujeto en sus carencias, temores o sinsentidos (el modo concreto en que 'lo psíquico' se encarnó en cada uno), "para impedir que 'lo humano' se asimile a la maquinaria genética".

¿Quién se ocupará de nuestro 'desamparo' si todo se confía al triunfo del gen?, ¿Quién portará esa 'compasión' que quedó despreciada y aniquilada por el determinismo genético, heredero de la doctrina de la predestinación?, inquiere.

"Hace tiempo que descubrí que cuando pregunto a alguien sentado ante mí ¿qué le pasa?, me dirijo a alguien que existe" -escribe-, "alguien perplejo ante la vida", "que quiere aprender a vivir o saber cómo sería posible vivir sin hacer daño".

"Pero también, con demasiada frecuencia -añade-, alguien ofendido y solicitando venganza en nombre de una justicia inexistente o gimiendo en la oscuridad de la falta de deseo".

"No pregunto a una categoría psicopatológica, sino a una persona igual que yo -explica-, marcada de parecido desamparo o parecida aflicción, pero a la vez insustituible, a la que yo no puedo suplir".

Para contar la historia de su relación con el psicoanálisis, el autor de "El hombre sin argumento", "De la violencia a la crueldad" y "Soledad, pertenencia y transferencia", empieza por discriminar sus sentimientos.

"Discernir en lo que yo mismo sentía como psicoanalista y en relación con lo que escuchaba era una tarea íntima irrenunciable -confiesa- y fueron apareciendo la culpa, la vergüenza, el pudor, la humillación, la venganza, la ofensa, la rivalidad y la compasión".

Así pudo comprobar que había vivido su recorrido "como una humillación" y se preguntó cómo y por qué seguir siendo psicoanalista o de qué modo entender esta clínica.

Freud se equivocó -dice- cuando tomó su descubrimiento como "un patrimonio", y no tanto como un "pensamiento renovador" o "fuente de inspiración clínica".

"Convertir la disidencia en una ruina es un modo de asegurar la permanencia de la Institución", denuncia este pensador que se despidió del Colegio de Psicoanálisis -del que fue destacado fundador- y, poco antes, de Jacques Alain Miller, yerno y albacea de Lacan que preserva la ortodoxia de sus textos.

Pereña cree que el psicoanálisis cabe en universidades y hospitales, pero denuncia que intereses corporativos o económicos de la institución psicoanalítica están derivando esta clínica hacia una simple "explotación de las dependencias infantiles".

"La clínica psicoanalítica no es patrimonio de nadie -asegura-, ni la ortodoxia es su garantía".

La Opinión de Tenerife, 19 de julio de 2008

Posteriormente, Francisco Pereña ha publicado dos títulos  que, desde luego, merecen ser destacados: Cuerpo y agresividad (2011, ed. Siglo XXI), que incluye una versión ampliada de ese texto fundamental que es Denegación y límite, e Incongruencias (2011, ed. Síntesis).

2 comentarios:

  1. "Discernir en lo que yo mismo sentía como psicoanalista y en relación con lo que escuchaba era una tarea íntima irrenunciable ..."
    ¿será capaz de "reír con los que ríen y llorar con los que lloran" ?
    Pués ese, además de clientes encontrará amigos !

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  2. este francisco pereña aparte de un holligofrénico es un auténtico gilipollas

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