Hace ya bastante tiempo que los jóvenes herederos del Hospital Dr. Villacián de Valladolid, que nos formamos o trabajamos en Salud Mental, coincidimos en la necesidad de reunirnos más a menudo con compañeros de otras provincias.
Es sabido por todos que nuestra profesión se encuentra en una situación difícil. Parece que ya no somos capaces de abordar la locura y acompañarla, sino que nos limitamos a someterla a test y pruebas, clasificarla y medicarla. El hecho de que la formación de los jóvenes suela impartirse de un modo dogmático, rígido y dirigido hacia esos modos de actuar no hace sino acrecentar un problema al que estamos contribuyendo de forma más o menos pasiva. La ausencia de conferencias o encuentros que realmente resulten útiles y el consecuente silencio que se establece entre nosotros, no hacen sino promover en mayor medida el estancamiento de los conocimientos y, finalmente, la eliminación del verdadero quehacer clínico que nos llevó a elegir este trabajo.
Esto es una realidad que compartimos con otros profesionales que nos han visitado o que hemos conocido en distintas rotaciones, congresos o periodos de trabajo. Por estas razones, entre otras, y de forma inédita en España, nos disponemos a realizar unas jornadas de encuentro entre todo tipo de profesionales de la salud mental, que será organizada, promovida y llevada a cabo por jóvenes.
Freud afirmaba: «No hay pensamiento que no tienda a la identidad». Esperamos que esta reunión consiga recoger los distintos puntos de vista, opiniones y soportes teóricos de todos los participantes, y aunarlos en un debate. En eso y no en otra cosa consiste para nosotros lo que ahora nace como «La revolución delirante».
Es sabido por todos que nuestra profesión se encuentra en una situación difícil. Parece que ya no somos capaces de abordar la locura y acompañarla, sino que nos limitamos a someterla a test y pruebas, clasificarla y medicarla. El hecho de que la formación de los jóvenes suela impartirse de un modo dogmático, rígido y dirigido hacia esos modos de actuar no hace sino acrecentar un problema al que estamos contribuyendo de forma más o menos pasiva. La ausencia de conferencias o encuentros que realmente resulten útiles y el consecuente silencio que se establece entre nosotros, no hacen sino promover en mayor medida el estancamiento de los conocimientos y, finalmente, la eliminación del verdadero quehacer clínico que nos llevó a elegir este trabajo.
Esto es una realidad que compartimos con otros profesionales que nos han visitado o que hemos conocido en distintas rotaciones, congresos o periodos de trabajo. Por estas razones, entre otras, y de forma inédita en España, nos disponemos a realizar unas jornadas de encuentro entre todo tipo de profesionales de la salud mental, que será organizada, promovida y llevada a cabo por jóvenes.
Freud afirmaba: «No hay pensamiento que no tienda a la identidad». Esperamos que esta reunión consiga recoger los distintos puntos de vista, opiniones y soportes teóricos de todos los participantes, y aunarlos en un debate. En eso y no en otra cosa consiste para nosotros lo que ahora nace como «La revolución delirante».
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