13 ene 2019

Pido perdón – Crónica del manicomio




Sacar conclusiones pesimistas del trabajo que ha ocupado tu vida puede resultar superfluo. Eso sin descartar la posibilidad de que, cuando son negativas, como las que manejo, se convierta en algo inoportuno y hasta un tanto sospechoso. Es difícil justificar no haberlas esgrimido antes, en vez de hacerlo ahora, cuando ya no tiene remedio. En mi descargo cabe recurrir a la idea de que lleva tiempo alejarse de las cosas para poder observarlas desde lejos. 
Visto con el cristal de aumento que proporciona el tiempo, lo primero que observo es la obligación de pedir perdón a todos los pacientes que he atendido e intentado ayudar a los largo de los años. Especialmente a aquellos más graves, más locos o más ajenos a la realidad convencional. Primero, por tratarlos muchas veces como enfermos, sin darme cuenta, a su debido tiempo, que no eran más que personas que habían tenido una subjetivación precaria, una construcción de su identidad frágil y delicada. En vez de considerarlos como ciudadanos que repentinamente han cogido una enfermedad, como quien se coge una pulmonía o una neuralgia, tenía que haberlos enjuiciado simplemente como sujetos con dificultades para vivir que, a lo sumo, necesitaban acompañamiento técnico y cierto tipo de amistad profesional.
En segundo lugar, me cabe pedir perdón por no haber advertido que lo más complicado es no hacer daño cuando clasificamos a los locos, los medicamos o, mal que nos pese, los internamos. El conocido aforismo acerca de que lo primero es no dañar, en nuestro campo es lo primero, lo segundo, lo tercero y hasta lo cuarto. Con un psicótico lo más delicado es no hacerle daño. Incluso cabe decir que no hay que hacer nada más. Tarea tan compleja, aunque invisible, que hay que llegar a retirarse para caer en la cuenta de su exclusiva importancia y de su dificultad. De hecho, creo que sólo puedes reconocerlo cuando ya no tienes ocasión de estropearlo. Al menos ese es mi caso.
Es triste, aunque contiene algún elemento sublime, que la experiencia profesional se reduzca a esto. Pero me cabe el consuelo, un tanto paradójico, de que todas aquellas veces en que fallé como médico tradicional, buscando la etiología y la clínica de una supuesta enfermedad mental, fue el momento en que mejor enfoqué la realidad. La vida tiene, cuando le viene en gana, concesiones contradictorias, como lo es el hecho de que uno acierte cuando falla más.
En cualquier caso, estas explicaciones que nadie me ha pedido, son conclusiones intempestivas, sin destinatario conocido, que sólo repercuten en uno mismo. Al final de ‘El guardián entre el centeno’, Salinger pone en boca de su protagonista, Holden Caulfield, una recomendación subyugante: «No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo». Yo no debería haber contado esto.


Fernando Colina
Crónica del manicomio
Norte de Castilla
1201–2019

10 comentarios:

  1. Hay k tener huevos para decir perdón! Arriba la revolución delirante!
    Saludos

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  2. "No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto."
    - Aristóteles

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  3. "No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto."
    - Aristóteles

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  4. Muchas gracias a la Revolución Delirante por guiarme hacia esto: https://www.youtube.com/watch?v=KaE_iSNjBZE

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  5. ...qué bien... y ,además, sin olvidar que la enfermedad mental tiene mucho de construcción mental

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  6. Agradezco y valoro estas palabras, honestas y valientes, más aún cuando vienen de la mano de un profesional con su trayectoria. Me desangustia aunque también me causa tristeza saber que no soy la única que piensa que a veces nuestra tarea puede ser más iatrogénica que liberadora, pues cuando un profesional con tantos años de experiencia se expresa así, a pesar de validar aquello que en mi más reducida trayectoria como psiquiatra he sentido, no deja de causarme un profundo desasosiego que me conduce también a pedir perdón y no dejar de estar en una posición de revisión y autocrítica.

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  7. Increíble. Pasaros para contenido inspirador ❤️

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  9. soy deprecibo mayor , com muncha ansiedad , con bipolaridad , compras compulsivas , a veces me quiero caer , pero me levanto. tomo venlafaxina 75mg escitalopram 20 mg quetiapina 200 mg rivotril 2 mg bayaspirina prevent,. aun asi no estoy bien , que me falta???me estoy gastando 40000 pesos ars por mes.

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  10. Soy hija de un loco. Creo entender el vacío que siente de su profesión pero no se lo permita. Los locos precisan algún tipo de ayuda porque si no se pierden...no hay lugar para ellos. Lo difícil es acompañarles permitiendo que sigan su caudal pero sin que se ahoguen. Usted por lo que escribe en sus libros y opina creo lo ha sabido hacer muy bien. Seguro que más de un paciente desde su locura le diría que no le pida perdón.

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